La Dra. Antolín Suárez. |
Sin embargo, mayoritariamente se trata de conductas leves e, incluso, en la mayoría de los casos, prohibidas únicamente a causa de la edad (beber, fumar, entrar en determinados locales, etc.).
En relación a la tipología, la Dra. Antolín Suárez señala que las conductas agresivas y las de violación de normas son más frecuentes entre adolescentes de 12 a 17 años, que aquellas de robo y destrucción de la propiedad.
Los datos reflejan también que la mayor prevalencia de conductas agresivas está motivada en gran medida por los niveles manifestados en conductas de agresión verbal (insultos, amenazas, discutir…).
Además, cabe destacar que únicamente son las conductas de violación de normas las que aumentan significativamente a lo largo de todos los años analizados, mientras que aquellas de robo y destrucción, y las conductas agresivas, sólo manifiestan un incremento significativo en los primeros años de la adolescencia, manteniéndose sin cambios posteriormente.
“Estos datos son interesantes ya que nos permiten concluir que las conductas antisociales siguen diferentes trayectorias evolutivas si se atiende a su tipología, además, creemos que son muy útiles de cara a la práctica profesional porque ayudan a definir con mayor exactitud cuál debe ser el foco de intervención”, destaca esta investigadora.
Asimismo, atendiendo al género esta investigación pone de manifiesto que la prevalencia de agresiones, robos y destrucción de la propiedad sigue siendo mayor en chicos que en chicas adolescentes, aunque las diferencias encontradas son menores a las mostradas por estudios previos, mostrándose un acercamiento de patrones conductuales.
Además, cabe resaltar que no se encontraron diferencias ante la emisión de conductas de violación de normas porque tanto chicos como chicas las emiten con la misma frecuencia.
Por otra parte, aspectos también relevantes de este estudio son el desarrollo de un instrumento de evaluación del comportamiento antisocial adolescente y el análisis simultáneo de una amplia gama de factores presentes en la vida de los jóvenes.Así, se ofrece una escala de conducta antisocial adaptada y baremada y numerosos datos sobre la implicación de variables de distinta naturaleza -personales, familiares, escolares, comunitarios y del grupo de amigos- que ponen de manifiesto la necesidad de promover programas de prevención que incidan de manera sincronizada en diferentes niveles de intervención entre los que no debe olvidarse la familia, el colegio y la comunidad.
En palabras de la investigadora “Este enfoque conocido como multisistémico ha sido adoptado por las administraciones públicas de muchos estados norteamericanos y parecen estar encontrando resultados alentadores”.
Desarrollo positivo adolescente
Esta investigación se encuentra enmarcada en un estudio más amplio sobre desarrollo positivo adolescente que fue financiado por la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía.Este modelo de desarrollo positivo adolescente resulta muy prometedor según los datos de este estudio, tanto para la promoción de la competencia y la salud como para la prevención de los comportamientos problemáticos, ya que la conducta antisocial fue significativamente menor en aquellos jóvenes que tienen más desarrolladas las competencias fomentadas desde este modelo.
Esto sugiere que, sin negar la importancia de intervenir a través de la eliminación de factores de riesgo como se postula desde el modelo de déficit, la implementación de programas globales de desarrollo positivo adolescente es una alternativa que también puede resultar eficaz para la prevención del comportamiento antisocial, al mismo tiempo que dota a los jóvenes de los recursos y competencias necesarios para la promoción integral de su salud mental, destacan los expertos.
Este estudio es resultado de la tesis titulada “La conducta antisocial en la adolescencia. Una aproximación ecológica”, dirigida por Alfredo Oliva Delgado, y realizada por Lucía Antolín Suárez, trabajo que ha sido galardonado con el premio Extraordinario de Doctorado por la Universidad de Sevilla y para el que se contó con la participación de un total de 2.400 estudiantes de Enseñanza Secundaria de diferentes localidades de Andalucía Occidental.
Fuente:
Universidad de Sevilla
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