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domingo, 23 de junio de 2013
Congelando el tiempo
Atrapar un instante, detener el movimiento, capturar un momento mágico, es un deseo que el fotógrafo Harold Edgerton consiguió de forma plena. Sus fotografías, aunque muy conocidas, siguen asombrando al mundo.
El fotógrafo e ingeniero ofreció con la nueva técnica no sólo imágenes artísticas "sino lo que se podría denominar como "imágenes escultóricas”".
Una manzana traspasada por una bala, una gota que transforma la leche en una corona, el cristal y el líquido que lo contiene se transforman en uno solo, o un palo de golf que se multiplica hasta el infinito, son algunas de las imágenes más conocidas del ingeniero y fotógrafo Harold Edgerton (Nebraska 1903- Massachusetts 1990) , que supo fusionar arte y tecnología para captar momentos mágicos.
El fotógrafo se graduó en Ingeniería Eléctrica por la Universidad de Nebraska y durante años estuvo vinculado al Massachussets Institute of Technology (MIT), donde desarrolló sus experimentos con el movimiento y la captura del tiempo.
Fue su formación científica la que le incentivó a ir más allá en la captura de imágenes y su obsesión por robar un instante al tiempo y analizar la evolución del movimiento y lo que con él se destruye, lo que le motivó a analizar una y otra vez la fijación de esos instantes.
Mientras otros fotógrafos de la época centraban sus investigaciones en el análisis de la obturación, Edgerton se centró en la iluminación. Inventó el estroboscopio, un novedoso sistema de iluminación parpadeante que, como primera práctica, utilizó para analizar los rotores de un motor.
El nuevo aparato permitía hacer fotografías en fracciones de segundo de objetos en movimiento.
Ofreció con la nueva técnica, "no sólo imágenes artísticas sino lo que se podría denominar como “imágenes escultóricas”".
Edgerton fotografió las extrañas formas que adquieren los elementos líquidos al caer por efecto de la fuerza de la gravedad. “Los cristales fragmentados y los líquidos parecen uno solo”.
Las imágenes del fotógrafo americano hay que entenderlas como verdaderos experimentos y hallazgos científicos “porque suponen auténticas sorpresas ópticas”.
Su interés por captar lo, hasta entonces inalcanzable, le condujo a inventar una de las primeras cámaras subacuáticas y sistemas de iluminación submarina que le conducirían, más adelante, a capturar imágenes de los oscuros fondos marinos a bordo del Calypsso, el emblemático barco del oceanógrafo Jacques Cousteau.
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